El sorgo tiene necesidades de insumos poco elevadas
tanto a nivel de abonos como de productos fitosanitarios. Actualmente, el cultivo está poco expuesto a los ataques perjudiciales de bioagresores.
Debido a su capacidad para extraer de forma eficaz una gran parte del nitrógeno mineral disponible en el suelo, el sorgo requiere unos aportes de abonos nitrogenados moderados. Deja muy pocos restos solubles después de la cosecha, lo que contribuye a reducir las pérdidas en nitrato del agua. Por otra parte, un aporte demasiado elevado en nitrógeno, asociado a una alta densidad y a un estrés hídrico importante entre la fase de hinchamiento y de espigado, puede aumentar el riesgo de Macrophomina.